Patricia Castro es una madre venezolana residenciada en New York desde 2018 quien abandonó Venezuela debido a la precaria situación económica y política que vive ese país latinoamericano.
No fue sino hasta diciembre de 2019, cuando Patricia conoció a VÍA gracias al programa de donaciones de chaquetas de invierno. La experiencia la dejó tan impresionada, que decidió, en enero de 2020, asistir a la última reunión presencial del programa Soporte entre pares (SEP) en vísperas de la pandemia que sacudió al planeta ese año. Pero ella acudió religiosamente a las reuniones, todos los lunes cada 15 días, de manera virtual. El aislamiento, la maternidad y su situación como inmigrante en un país que apenas conocía, fueron las razones primordiales para no despegarse del computador en cada sesión de SEP.
“Vivo en Brooklyn y al principio no tenía ningún contacto con venezolanos aquí. El conocer VÍA fue como ver una luz en mi camino. Me dije a mí misma: me voy a unir. Estaba recién dada a luz. Mi niña tenía cuatro meses. [Sumarme a las actividades de VÍA] fue como mi conexión con mi país. ¿Soporte entre pares? Yo no sé qué es, pero voy a ir”, relata Patricia.
Patricia, quien trabaja como cocinera en una escuela de Brooklyn, asegura que SEP cambió su vida en todos los aspectos de una forma positiva. Asegura que el grupo se convirtió en una red de soporte. Cuenta que “ahí [me sostuve en] cada reunión cada 15 días con la doctora Liliana, la doctora Rachel Lee y luego con la doctora Adriana Gioni. También estaba esa conexión con otras mamás, con otros migrantes en la misma situación en que yo que estaba solicitando asilo, [entendiendo] cómo era el proceso” afirma.
Patricia aclara que su acercamiento a VÍA no era únicamente buscando orientación legal. “Era estar allí. Sentirme en comunidad; sentir que no era yo la única que estaba pasando por esta situación. Quizás yo no participaba. No era mi sentir hacerlo en algún momento, pero yo escuchaba a la otra persona. Y me decía: esto me está pasando a mí también”, explica.
Patricia manifiesta que con SEP entendió lo necesario que es cuidar la salud mental y tener una red de soporte y apoyo. “Es importante sentir que no estás sola, que puedes tener las herramientas para saber cómo enfrentar cada situación”, advierte.
VIA, una segunda familia
Patricia expresa convencida que considera a VÍA como su segunda familia. Con ellos pudo conectar. También, mediante la organización, ha recibido orientación legal gracias a los recursos en línea.
Su agradecimiento hacia el grupo ha sido tal, que decidió hacerse voluntaria. “Esta es una manera de conectar más con mi país, cuya situación se ha agravado. La cantidad de migrantes que han llegado a la ciudad de Nueva York ha crecido. Por eso me dije que tengo que seguir ayudando. Hablé con Niurka y Héctor. Les dije que quería ser más participativa. Usar mi tiempo y mis habilidades. Quiero ayudar donde donde hace falta una mano y yo voy a ir a estar allí” dice Patricia con alegría y enfasis.